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Simón el Bobito llamó al pastelero:

« ¡A ver los pasteles! ¡los quiero probar!»
«-Sí, repuso el otro, pero antes yo quiero
«Ver ese cuartillo con que has de pagar».

Buscó en los bolsillos el buen
Simoncito Y dijo: «¡De veras! no tengo ni unito».
A Simón Bobito le gusta el pescado
Y quiere volverse también pescador,
Y pasa las horas sentado, sentado,
Pescando en el balde de mamá Leonor.

Hizo Simoncito un pastel de nieve
Y a asar en las brasas hambriento lo echó,
Pero el pastelito se deshizo en breve,
Y apagó las brasas y nada comió.

Simón vio unos cardos cargando ciruelas
Y dijo: «-¡Qué bueno Las voy a coger».
Pero peor que agujas y puntas de espuelas

Le hicieron brincar y silbar y morder.
Se lavó con negro de embolar zapatos,
Porque su mamita no le dio jabón,
Y cuando cazaban ratones los gatos

Espantaba al gato gritando: ¡ ratón !
Ordeñando un día la vaca pintada
Le apretó la cola en vez del pezón;
¡Y aquí de la vaca! Le dio tal patada
Que como un trompito bailó don Simón.

Y cayó montado sobre la ternera;
Y doña ternera se enojó también,
Y ahí va otro brinco y otra pateadera
Y dos revolcadas en un santiamén.

Se montó en un burro que halló en el mercado
Y a cazar venados alegre partió,
Voló por las calles sin ver un venado,
Rodó por las piedras y el asno se huyó.

A comprar un lomo lo envió taita Lucio,
Y él lo trajo a casa con gran precaución
Colgado del rabo de un caballo rucio
Para que llegase limpio y sabrosón.

Empezando apenas a cuajarse el hielo
Simón el Bobito se fue a patinar,
Cuando de repente se le rompe el suelo
Y grita: «¡me ahogo! ¡Vénganme a sacar!»
Trepándose a un árbol a robarse un nido,
La pobre casita de un mirlo cantor...

Desgájase el árbol, Simón da un chillido,
Y cayó en un pozo de pésimo olor.
Ve un pato, le apunta, descarga el trabuco,
y volviendo a casa le grita a papá
«Taita, yo no puedo matar pajaruco
Porque cuando tiro se espanta y se va».

Viendo una salsera llena de mostaza,
Se tomó un buen trago creyéndola miel,
Y estuvo rabiando y echando babaza
Con tamaña lengua y ojos de clavel.

Vio un montón de tierra que estorbaba el paso,
Y unos preguntaban: «¿Qué haremos aquí?»
«-¡Bobos! dijo el niño, resolviendo el caso;
Que abran un gran hoyo y la echen allí».

Lo enviaron por agua, y él fue volandito
Llevando el cedazo para echarla en él:
Así que la traiga el buen Simoncito
Seguirá su historia pintoresca y fiel.