Dialogar mal que bien cada mañana
con Cicerón y César.
Descubrir el amor bajo la sacra especie
del junco más flexible y la melena al viento
mientras las olas mueren en la playa
y es una fuga el tiempo, trepidante de twist
quisiera ser y quiéreme
muy fuerte amor.
Tener sólo presente
—sin memoria ni fábula: perfecto—
como una joya inquieta
entre las manos.
(Allá fuera las calles
de Madrid se cubrían
de silenciosa nieve y yo enterraba
el año y estos ojos
en aquellos contrarios que no lo parecían
de tan así que eran.)
Ser yo mismo y no extraños
fantasmas en la noche.
Y lo más importante
lo más interesante a estas alturas: vivir
para contarlo.