Ha llegado el tiempo de andar en poemas,
alguien ha dado la señal
de los últimos soles y las primeras lunas.
Voy a caer sobre ti como una bendición tardía.
Ya no soy yo el que va de tu mano,
el que te lleva de ojos.
Por eso digo que no me busques,
ni siquiera en la tristeza,
ya no estoy ,
y si me ves, si alguna vez me vieras,
mira si estoy a la altura de mis hombros,
o dentro de una canción ajena, pero mía.
Porque lo que faltó decir ya nunca vas a escucharlo.
Ya no aceptaré tus preguntas negras,
me vaciaré de vacilaciones.
De ahora en adelante,
cada día construiré una mañana,
después una tarde y por la tarde la noche.
De algo van a servirme
los mapas de las mujeres que tanto he escrito,
y mis sentimientos de pájaro
que lanza serpentinas rojas de sus pupilas.
Así llegaré andando hasta volar,
y transformarme al fin,
en una criatura alada
de circunstancias mínimas.
La acheronthia atropos,
“mariposa de la noche”,
hijo del último sol y de la primera luna.