Estar como una ola
encrespada en el suave
murmullo de tu sangre.

Dormitar prendida de tus bordes
acurrrucado pelo derramado en tu hombro
sostenido en la caricia de tu mano.

Decir sin hablar
cosas dichas desde el principio,
desde el primer apareamiento de un hombre y
          una mujer
que se descubren
descubriendo el mundo.

Ser este animalito dulce
que te busca con los ojos abiertos
y piensa que la vida es hermosa, intensa,
inesperadamente nueva.