¿A qué lates, si no abates
Ya ni alegras a otra alma?
¿A qué lates?
Mi vida, verde parral,
Dio ya su fruto y su flor,
Amarillea, otoñal,
Sin amor.
¡Mas no pongamos mal ceño!
¡No pensemos, no pensemos!
Démonos al alto empeño
Que tenemos.
Mira: armas, banderas, campo
De batalla, y la victoria,
Y Grecia. ¿No vale un lampo
De esta gloria?
¡Despierta! A Hélade no toques,
Ya Hélade despierta está.
Invócate a ti. No invoques
Más alla.
Viejo volcán enfriado
Es mi llama; al firmamento
Alza su ardor apagado.
¡Ah momento!
Temor y esperanza mueren.
Dolor y placer huyeron.
Ni me curan ni me hieren.
No son. Fueron.
¿A qué vivir, correr suerte,
Si la juventud tu sien
Ya no adorna? He aquí tu
Muerte.
Y está bien.
Tras tanta palabra dicha,
El silencio. Es lo mejor.
En el silencio, ¿no hay dicha?
Y hay valor.
Lo que tantos han hallado
Buscar ahora para ti:
Una tumba de soldado.
Y hela aquí.
Todo cansa, todo pasa.
Una mirada hacia atrás,
Y marchémonos a casa.
Allí hay paz.