Para Gertrude Duby



I

Aquí
la selva

Larga la soledad con que nos nutre
Hora de lentos pies donde el puñal se hunde
Raíz de luna helada sus venenos más fuertes

Aquí el árbol anclado en el asombro:
lagunas congregadas al silbo de serpientes

El saraguato rasca su viejo cuerpo
El quetzal pierde la hoja más larga de su cola
La piel come los huesos al jaguar
Muerden balas y fuego su elegante silencio
Su hermosura

¿Se escucha el canto que hinca sus uñas sobre las ramas secas?

El saraguato seguirá
toda la noche
loco
aullando.


II


Porque acerca la milpa que camina sus diminutos pies
cañizos de la muerte

Y corta
incendia
quema la dulce piel del agua

Porque la milpa que camina viene
hojas de fuego
sangrando al horizonte

Porque la milpa que camina salta
jaguar hambriento
sobre el ciervo herido

Porque brama la milpa que camina
Llanto de girasol

Ojo abierto del día
Marejada de espejos desde la luz distante

La milpa que camina
Un árbol de ceniza
Un árbol
Brasa herida

Un árbol
Su ropaje de pájaros derritiendo sus ácidos temblores
Sus últimas miradas
Su lengua propagando la catástrofe.


III


La fiesta va a empezar

En la encendida branquia de los peces más puros

En el vientre quemado de la ceiba

La palabra
enrosca su cuerpo
en el tallo del alba

El sueño ya se cuece a fuego lento

Hora de terminar:
un limpio machetazo
al centro de la orquídea.