Si nombras este fuego, el límite es el margen,
pero no se han quemado las hojas ni la pluma.
Si nombras este llanto, no se moja la mesa
ni se esfuma la tinta en lágrimas de luto.
Pero si no clamaras al cielo, a grito abierto,
un azote continuo de varillas metálicas
arañará tu piel, sembrando arrugas.
Si no dices amor, si no escribieras
ni verdad ni alegría, no te quejes
de que brote a tu lado una rosa encarnada
y no sepas llamarla por su nombre.