¿Por qué si tus ojos miro
me miras tú con enojos,
cuando por ellos deliro,
y a la luz del cielo admiro

en el éter de tus ojos?
Cansado de padecer
y cansado de cansarte,
y queriendo sin querer,

finjo amor a otra mujer
con la ilusión de olvidarte.
No es mi estrella tan odiosa:
que en fugaces amoríos,
como ave de rosa en rosa
yo voy de hermosa en hermosa

y no lamento desvíos;
Pero el favor de las bellas
irrita más la pasión
que ardiente busca tus huellas,

y al ir mis ojos tras ellas
vuela a ti mi corazón.
Así un proscrito tenía
goces en extraño suelo

y volvió a su patria un día
por mirar en su agonía
la linda luz de su cielo.
De ti proscrito y dejando
las rosas por tus abrojos,

vuelvo a tus pies suspirando,
por mirar agonizando
la linda luz de tus ojos.