en que nada se oye
rebozante de ti danza la noche.
El deseo deslíe las entrañas
desandando del otoño
promesas que bostezan.
La piel juega a la noche
hospedando astros rojos
de destronados ecos
y no logra olvidarte.
Cómo hiere las manos
palpar en las mortajas...
Cómo duele allá adentro
abstenerse del aire que segundo a segundo
la sangre solicita...
Sigue tus pasos ...vestida de ti
alojada en tu cuerpo
tu imagen así se ata
como abeja al panal o araña a su telar...
En el río Amazonas te invita a nadar
y te enseña el secreto
del dominio del agua:
déjate llevar por su corriente
cara al cielo.
Aliméntate de vida boca arriba
bebe la semilla del viento
y olvida tus umbrales.
Con la fuerza del trueno
desaloja tus miedos
y entrégate a las aguas
que palmo a palmo lamen
tus carnes maceradas.
Flota en sus recodos y reposa
mientras velan tu sueño
como a un dios olvidado.
Como fugaz estrella
con el río se van lejos...
ella intenta despedirse
y tú invocas el miedo
de perderte en el mar
y gritas que no sabes nadar...
ella te salva a leguas de distancia
del punto original.
Contigo en tierra
por la orilla del río
el sendero es fácil
y corto el recorrido.
Mas llega el día,
noche más noche
que todas las noches juntas...
no estás... no hay río...
sólo queda tu voz dulce
al pronunciar su nombre
y persigue las sombras
maldiciendo la mano
que acaricia tu frente
y esa cómoda tumba
donde día a día mueres
ese profundo abismo
donde tú la sepultas...
Abre sus manos
y salta amor intacto
las fuerzas contenidas
en su casa cerrada
bullen sin encontrar salida.
Su corazón estalla
relumbroso de fuego
¡tantos deseos rojos
que sólo es llama viva!
Y se quema en sus ansias
su ser es una estrella
de puntas infinitas
y fosforecen todas
las costuras del alma.
Se estremece su piel
se iluminan sus nervios
y su cuerpo relumbra
como un árbol de luz.