La silla en la que no estás sentada
no es una silla completa.
La casa en la que tú no estás, llena de fiesta y de gente,
está vacía sin embargo,
más llena de tu ausencia que de gente.
Porque en todas partes tú no estás
y tu ausencia es más espesa que la presencia de otros
y es más presente y pesa
sobre mi corazón y mis pulmones.
¿Lloras por eso, quizás, cuando me quedas viendo
desde el otro lado del abismo
después de haber hecho conmigo la paz y el amor?