Atardece. Noticias desmienten
la calma frente a mi casa.
Tristona y hermosa
abre su bocadillo a desgana
y parte en dos los escalones
de la entrada, los desagües tendidos
hacia el barranco, el viejo cuidado.
Se enseña con el cansancio de un largo
trayecto, la frente contra el cristal.
Veo sus ojos entornados
y el hondo pecho
respira ante mí.
Y una mano alegre me empuja hacia ella,
hacia los escalones, hacia la calma
de la tarde, la calma abierta de la tarde.