Sapos de piedra
en la tarde
que empuja el viento
mientras el agua canta
hasta reventar
el sentir.

Mis ojos se fijan vacíos
llenos de volcanes que atardecen
chapotenado entre las aguas
y tu presencia resucitante
se vuelve azul
de repente.

Me basta el silencio.

Te amanezco
arrullando el sol
mientras él
besa el ombligo
de su lagrimal.

No distingo ya la palabra
que te trae. Sos crepúsculo
en agua dulce.