Vivimos de costado
          pasamos de puntillas
          Gracias a dios nadie quedará para recordar
          en nombre de quién
          habrá de dirimirse la venganza





Cuando el tiempo se escapa sin rostro de las manos
dejando un polvo amarillo en el azogue
es menester estar atentos.
Cuando los días huyen a hurtadillas
despreciando nuestro estupor
(mientras se pudre el grano en el almiar)
es menester ser precavidos.
Cuando la vida se oculta en los rincones
y no hay perro de caza que pueda hallar su rastro
solícitos acudimos a las puertas del miedo.

                    El bosque de certezas ardió hace tres noches.
                    Y yo he venido a pregonar
                    la escarcha de la duda.