El mariquita se peina
en su peinador de seda. Los vecinos se sonríen
en sus ventanas postreras. El mariquita organiza
los bucles de su cabeza. Por los patios gritan loros,
surtidores y planetas. El mariquita se adorna
con un jazmín sinvergüenza. La tarde se pone extraña
de peines y enredaderas. El escándalo temblaba
rayado como una cebra. ¡Los mariquitas del Sur,
cantan en las azoteas!