Carne del mar tensa y desnuda,
violenta sombra de nácar oscuro,
hacia el verano tiendes tu lamento,
oh carne de muerte latiendo inmensa
bajo mi corazón embravecido de amor.
Hacia ti los tibios suspiros del alba,
hacia ti los jóvenes miembros adolescentes,
hacia ti los brazos marineros,
la hojarasca poderosa del sueño,
ese semblante cóncavo del miedo,
el horizonte de sal que no te siente
cuando estrechas un pecho maduro,
carne del verano, luz recogida
en este temblor de muslos tensos,
en estos palpitos en que respira el mundo,
fulgor instantáneo de isla,
en ti se concreta la noche
cuando te apaciguas y derramas,
cuando emites tu tierno gemido de ave
en tu lejanía de plata y algas.
Por ti yo sabría de la muerte
y de sus pechos sonámbulos,
por ti, oh mar,
yo sabría del Eterno,
del suspiro de un dios
que hubiera posado en mi vientre
su espléndida desolación de música quebrada.