En el cuarto, viejo
baúl de la noche, nicho,
mi vida se amontonaba.
(Allí, recuerdos
de sol nunca
llegaron).
Nadé hasta la última sombra
donde el nombre no soporta
su ventura: esperar
lo imposible
despacio.
Hallé una corona. Agazapada
en su seno la memoria,
esférica penitencia
oscurecida. La llovizna,
ya sin agua,
me esperaba.