Para Susana Reisz
...es un querer saber todo lo tuyo
X. Villaurrutia


Lo más que acertarán,

después de haber sabido de este amor,

será que hubo dos nombres que se amaban

mordisco y dentellada, nieve y niebla floridas,

dos cuerpos belicosos en constante batalla por ser uno,

tu pupila cazando mi cadera,

asaetando con su flecha de líquen

el torso acorazado de mi gozo;

otros envidiarán la urna de tu noche,

el rosetón de tu mirada en fuego,

tus medidas, el filo de tus uñas,

la lenta madrugada de tu fusta;

los menos tratarán, gozosamente,

de dormir nuestra siesta anárquica y salvaje,

copiar nuestras posturas, nuestros ritos y acentos,

usar nuestros juguetes, oler la primavera de tu ingle

y entrar en el recinto amurallado

después de resolver los códigos sagrados de tu sangre.

Todos ignorarán mi miedo de perderte,

de esta incesante lucha por poseer tu espacio,

ser dueño de tu boca, perro fiel de tu tumba,

propietario del bosque de tu pecho

y depender de ti, esclavo de tu aliento,

devoto siervo de tu antiguo nombre,

molde para tu oro, tierra para tus flores de cilicios.

Y así, mientras ahondas los muros de mi boca

con la lenta carroza de tu lengua,

saliva enajenada, plomo que me envenena la garganta,

y me unges con el óleo caliente de tu muerte,

unido al arbotante de tu piedra

ser el arco sumiso que defiende tu ojiva.