Dáteme poema.

No te me niegues como el niño juguetón
de mis sueños,
como el hijo que existe
en el ambiente interior de mis entrañas,
envuelto en un pequeño óvulo
en las trompas de Falopio.

Dáteme sin pasado obsesivo anatómico o erótico.

Dáteme sencillo,
dáteme desde afuera,
desde la piedra de algún camino
o desde el silencio de un ascensor
que lleva dos o tres personas desconocidas,
calladas en el silencio embarazoso
de la indiferencia.

Dáteme desde el agua,
desde la nieve inexistente de los trópicos,
dáteme rojo o azul,
confuso o transparente,
pero girame el alma,
volteame la mirada a otra parte,
haceme ver los pies sucios del pueblo,
el estómago grande del pueblo.

No me dejés tranquila, poema:
asaltame,
violame,
rebalsame los bordes,
los pliegues, los pechos
inundame de maravilloso asombro,
llename entera con el semen vital de la palabra,
con el milagro de un descubrimiento,
dáteme poema,
dáteme poema.