A mi voz susurró el tiempo
su historia de claridad
y esperanza,
y
por mi lengua de barro
yo supe
que también a la muerte se canta.

Vine a este cielo -sólo vine-
para alumbrar con la flor
de mi verso
la tristeza,
pero he de saber
que en la tierra
la alegría-alegría
igualmente
es flor luminosa.

En mi boca
florecen los himnos
que son del mundo canción
y el mundo, río en mi sangre,
es ríomundo, pero siempre sangre.