1
Si suspendida arena, nuevo mundo,
nace pronta en elipse aclimatada,
el silencio recoge despuntada
su espina de fragor que no circundo,
y en crecida marca me confundo;
naufrago en olivar y renacido
a cuestas de sus ramas verdecido,
recuerdo acaso la virtud del verde,
descanso de la vista que se pierde
en sueño rondador no repetido.

2
Pero es sombra y vigilia en su momento
(incandescente flor, casi pupila)
mariposa luz de piedra hila que hila
madeja trabajada en movimiento
de vuelo circular y seco aliento.
Y es sentirse en el aire o sobre el suelo,
abrasado, sin luz; despierto en hielo,
acechando el revés de la conciencia;
dormir ejercitando olvido, ausencia
de la tierra — y del infierno al cielo.

3
Apronta tu partir, sal de tu ciego
ambular de color, papel alado,
hacia tu verde mar alimonado;
suelta tu viento en llama, débil fuego
en Ia palma de Ia mano; aunque lego
tu ademán ignorante del viaje,
alcanza su motivo y su paisaje
en la linde del mundo (en incipiente
aventura del párpado yacente)
viéndolo todo y todo sin su traje.

4
A tono de la tierra con su oficio
encanecido y apagada lumbre,
recóndita ceniza y muchedumbre
llovida del recuerdo (buen servicio
para el llanto) recorre su solsticio
inesperado; ya durmiente, instancia
desolada, vivido azar, distancia
desenvuelta casi al rodar de ovillo
que diestro tejedor vuelve al anillo
dei minuto interior crecido en ansia.