DEL Norte trajo Almagro su arrugada
centella.
Y sobre el territorio, entre explosión y
ocaso,
se inclinó día y noche como sobre una
carta.
Sombra de espinas, sombra de cardo y cera,
el español reunido con su seca figura,
mirando las sombrías estrategias del suelo.
Noche, nieve y arena hacen la forma
de mi delgada patria,
todo el silencio está en su larga línea,
toda la espuma sale de su barba marina,
todo el carbón la llena de misteriosos besos.
Como una brasa el oro arde en sus dedos
y la plata ilumina corno una luna verde
su endurecida forma de tétrico planeta.
El español sentado junto a la rosa un día,
junto al aceite, junto al vino, junto al
antiguo cielo
no imaginó este punto de colérica piedra
nacer bajo el estiércol del águila marina.