Desojado en mi recuadro de luz
de la ciudad insomne
en los recuadros de cada fachada adivino
siluetas detrás de las cortinas,
los cuerpos encogidos en sus camas
y en sus vasitos sobre la mesilla
el corazón en cuarentena.
Y cuando toda esa tristeza
desborda sus envases
y en cada esquina un jugador de solitarios
alza la vista buscando asidero
yo me arrimo al cristal
y ofrezco mi boca como una escala.