Ven, mis ojos ansian tu silueta:
tus manantiales buscan mis venados
cómo a los vientos ávidas y veleta.

Mis latidos se vierten desolados.
Soy un acongojado peregrino
que se perdió buscando tus vallados.

Camino taciturno en mi camino.
Sediento bebo el agua y no la bebo,
la hallé muy tarde.....lo deseó el destino.

Aunque beberla con ternura debo
porque mi corazón la necesita,
desesperadamente no me atrevo.

En mi sangre la angustia precipita
un torbellino atroz que me enajena
el corazón que enloquecido grita,

cuándo tu piel de cálida azucena
el pulso de mis labios atormenta,
porque despierta la pensante pena,

de que jamás mi mano macilenta
echará en tus mantillos la semilla
de éste amor que en tus besos se sustenta.