Yo sólo soy el punto de partida:
el bizantino vuelo
hundido en soledades
o rescatado en beso.
El más leve matiz de una discordia
entre el agua y las islas
me sería fatal
de no existir Florencia y sus almohadas
de magnolias y mármoles.
Y tu ausencia sin quiebra me condena
a la plaza vacía de palomas:
porque tú eres Florencia bebo brumas
desterrada entre mar y columnatas.