La plaza de tu sueño es una algarabía
de razas que contemplan el viejo palmeral.
En esa plaza miras fluir el chorro lento
de cada atardecer:
el agua se detiene en acequias con sándalo
y alminares sonoros que dan la espalda al tiempo.
Tú has visto en esa plaza,
junto al viejo que toca la darbuka y los encantadores
de serpientes, la almendra sabia y dulce
de la desgana antigua.
La indolencia frugal con que miran la vida
los turbios vendedores de cántaros de Fez.
¡Cómo late a esa hora el corazón mestizo
y cálido del Sur!