1. Supongamos que un poeta
escribe sobre un niño
que sueña con un caballo alado.
2. Supongamos que el poeta
no percibe entonces otra cosa
que la existencia del niño y su sueño.
3. Por tanto
el poeta necesariamente considerará
al niño y su sueño como presentes.
4. Es decir, que
no podrá dudar tampoco de la existencia
del caballo alado
aunque no esté seguro de ella.