No hay culpabilidad -apenas erosión- en la ceniza. El día que se junte entraremos en el súbito ahogo de la muerte, en su vaga penumbra. De tal presentimiento, aunque dure un suspiro, extraemos la médula de la sabiduría.
Será un día de bruma, como todos los días. Exhumará nuestra conciencia la turbación del miedo, la pesadumbre obscena de haber existido en el vacío. Y cesará la niebla de todo sentimiento.