Yo no vine a llevarme nada.
Soy turista de paso
sin cámara, sin mapa, sin equipaje,
que sufre con fastidio vuestras aduanas morales
pero que mete onírica de contrabando
al país de los mercaderes y las efigies.
Porque no soy el enviado
el recomendado,
el postulado,
el indicado,
el supremo...
Tan solo soy un exiliado del camino del opio
que tiene por estigma una flor en el desierto de su frente.

Dejadme pasar tranquilo
dentro de la oscura liturgia que bostezo
embozado en mi capa de luna llena...
Y aunque nadie me espera,
pueden desesperar por mí los fantasmas.
Entonces...
¿Quién dará cuenta de mi historia?