Caen,
dices,
devotos labios de nácar descreído
y hace mucho que la lluvia
sembró algunos silencios
escandalosamente invisibles.

Pero hemos estado siempre en este instante
donde todos los pájaros ensayan una fuga,
donde ensayan esta cúpula que cierra
el tiempo de la ofrenda
y la derrota.

Pero hemos estado siempre en este instante
de palabra ancestral
y desolada,
como inventando un cuadro eternamente
en el espejo turbio de la escena.