Hemos visto noches de miradas eternas.

Los crucifijos esperan el reencuentro con sus dioses.

Mañana es posible.

Las ciénagas han muerto de frío a la intemperie.

Ahora, tus ojos no vacilan en el llano.

Las comadres enlutecen de rubor

cuando el grito quiebra nuestros huesos.

Respirar en la brasa es comenzar de nuevo

la vigilia del beso demorado.