¿Recuerdas la playa de Poniente?.
Tú, distante de mis ojos, contemplabas
los músculos atroces de aquel negro.

Esperabas expectante
la caída de la tarde.
Absorta, mirabas, las olas de la playa de Poniente.

El negro, en la distancia, contemplaba a otras bañistas.
Eran sirenas varadas en la arena negra de occidente.
Hay gaviotas por todas partes.
Están al acecho , vigilantes.
Dominan con los ojos todo el horizonte.
Tienen las pupilas enormes, las garras imponentes.

El negro de la playa de Poniente
pone sus negras manos sobre el pecho dulce de una ninfa a punto de ahogarse.
Se estremecen las gaviotas desde el aire
que ven cómo el negro arrebata su presa.
Chillan.
Se desespera el resto de bañistas que quieren
también ahogarse en la playa de Poniente.