Todos hemos de pagar,
los que aman y los que no,
los que muestran la frente
y los que se ocultan del sol,
los protegidos,
los desposeídos,
los vividores,
los suicidas...
Todos hemos de pagar:

nuestro pecado original
ha sido
hundir las manos en el infinito
y hacerle un tajo desesperado
a la luz del día.