Antes de comenzar el camino de la vida, sueño con el puma.
Salgo de una aldea progresista, busco la salida.
Y allí, la vía de tren en medio demarca los mundos.
El camino lleva a la selva, que no es oscura, que se abre
como la más apetecible, encantada, invitante flor,
olor de diosa, de árboles y lianas, de sol y lluvia
donde se casan las brujas en soledad.
En soledad de una selva que vivifica, sigiloso el puma se acerca.
Su imponente espíritu ancestral me toca
y con su cabeza procura caricias, secretos, gemidos.
Sé que viene a despertar el canto perdido en la aldea
y con su tibia lengua bautiza mis manos, mis ojos, mi vientre, mi espalda.
y con su húmeda fuerza eleva mi energía a la cima.
Allí la danza es rito de nuestros cuerpos que ruedan por la tierra
Y sienten, como imán, la esencia penetrada.
Soy el puma y él la humana hembra.