Un extraño aliento se derrumba en medio de la respiración,
allí me distingo de un canto,
pisadas que me recorren de temores
huesos que se rompen en mis huellas.

Convalezco una ajena enfermedad.

¿Qué difícil es morirse frente a uno mismo?
vestido de lentísimo tiempo geográfico,
juntar las ausencias
los infinitos aires de cuarzo
el sonido azul de los abismos geométricos
ojos anónimos que emergen del pasado
meses que huelen a tragedias.

Ando y desando mi húmedo camino
tropiezo con los ayeres y los entonces
el silencio sin rostro de médulas putrefactas.

Esta extraña enfermedad
sin semana, sin rumbo y sin un sitio exacto
agrava la soledad que me ofrece la indiferencia.