Esta mañana he visto una España Imperial

desconocida, no imaginada por Felipe Segundo.



Hernán Cortés supo que fundaba en Tenochtitlán,

la Nueva España, la única heredera

de Isabel y Fernando.



La inmortal y corrupta España vive en México

y el zócalo es su espejo y memoria.



Detente aquí

y mira cómo la voluntad de un hombre

pudo tejer un sueño que hoy rasgan otros

en su propia tierra.



Mira la mole de la catedral,

mira la dilatada plaza,

el suntuoso palacio

y la espléndida casa de empeño.



Antes de partir recorre los signos del tiempo.



Unos hombres ofrecen, al lado de la catedral,

los más antiguos y perdurables oficios:



cerrajero, fontanero, zapatero, soldador, adivino…





Confirmando al extremeño

cómo su obra no ha sido exterminada.