Ya sé que habrá mañanas sin tus besos,
sin tu piel
donde el sol despeña el polen
de su estambre escarpado,
sin tus ojos tiñéndome de estrellas
y aromas
y espesuras
y racimos
la salvaje matriz de la esperanza.
Ya sé que
en la maraña
la vida está afilando sus relojes,
taladrando silencios transparentes,
precipitando zarpas.
Sé,
pero aquí me quedo.
Soy custodio
del sueño,
del verano,
de la magia,
de esta ternura azul hecha raíces,
de tu risa descalza.
Quiero quedarme aquí,
en este tiempo
en que sólo tenemos las palabras
y caderas de lunas fronterizas
y pájaros sin miedo
y ciegas madreselvas en las tapias.
Quiero quedarme aquí,
quiero quererte
en este territorio,
en esta tregua,
en esta adolescencia trasnochada
y andar con la alegría en bandolera
con la insolencia socavando escarchas
y la franqueza al viento
y las caricias
y algún ramaje cómplice de vuelos
deshojando campanas.
Quiero quererte aquí,
donde te quiero,
en este tiempo de riberas lacias,
al borde de la sed
y los incendios
bajo la quieta luz de las acacias.