Era como la superficie
cubriéndose de niebla;
cristalina en secreto,
profunda para sí.

Ahí
perdura el reflejo incógnito.

Era como la brisa
desparramada por el viento,
en brizna alegre
al conocer el mundo.

Era húmeda la piel,
empapada el alma.

Era como la canción de ser
sin ser, al convertirse
silenciosa, serena
en manto de agua.