La región que buscabas en el azul del sábado es una reliquia
desprendida del corazón húmedo del aire: una zona de poca
fortuna
Para la riqueza de tus manos —rectas y dolorosas, metidas en el azar
de un brusco acercamiento
o penetradas por el disturbio de una desnudez que nadie sospecharía.

Ahora tu escena es una composición de velocidades e imaginaciones
nuevas:
acccidentes de cacería, oscuros trapos, paredes repletas para tu ojo
sin costumbre.

Tu cuerpo es un vino que atravesaba la confusión de cuerdas y
relojería sin manchar el mantel,
una medicina en la atmósfera de cabellos del sábado, una pálida risa
que se desvaneció detrás de ti.


Escucha cómo se propaga la escasa conversación de los otros,
tensa en las bocas cuidadas para la muerte, ilesa y reflejante
como una gastada maquinaria sobre la carne del mundo,
tocada una y otra vez por la salud y el orgullo, invadida
por un enorme paisaje conmovedor.