Surgiste de la aurora
(Albinoni, irreal, sobre la prieta luz
de plata tremolase pálidos gallardetes,
mientras por la ventana
abril desvanecía cítaras a los árboles,
y el índigo vergel de tu cuerpo tendido
rutilaba alabastros lascivos en la estancia).
Como antorcha de pétalos,
tu piel iba prendiendo la alborada, y las uvas,
racimos escarlata, del pubis, bajo palio
hacían estación entre las sábanas,
cuando yo consumaba el sacrilegio
de mirarte dormir, apenas música.