mos la herrumbre. Heredamos la voz metálica de los muertos. Tenemos de los idos los mismos rasgos y la misma piel. Somos el nombre que nunca dijeron en voz alta. Heredamos los signos del fracaso. Hoy la tierra reclama los hombres que nunca vieron al relámpago estrellarse en el horizonte. Heredamos la sal en los huesos. Un rumbo incierto es nuestro legado. De cualquier modo la sencilla mudez del viento anunciaba que estamos perdidos. No hay eco en la roca, no hay reflejo en las aguas, no hay otros ojos mirando en nuestros ojos. Todo ha perdido la voz. Todo tiene el gusto a cacharro de la soledad. Tendrá la lluvia que responder por nosotros. Habrá que buscar el reflejo en la roca, la voz en el fuego, el eco en las aguas y otros ojos que miren firmemente a nuestros ojos. Juntar en la oscura noche amado con amada, amada en amado transformada.