Para Alí Chumacero

Más allá de la primera imagen
de la mirada que arrojó Dios Padre sobre estas piedras
del mármol que revienta las cuencas de los muertos
de las palabras y sílabas
y nombres que faltan por nombrar
de las sombras aún ocultas en el vacío
y los últimos pellizcos de luz
que contemplan los sentenciados.

Ahí, detrás de la lucha circular
entre noches y tardes,
en algún dedo que hábil señala
la caída y renacimiento de las estrellas,
detrás del grito de las parturientas
y del equipaje del viajero
que nunca se decide a partir.

Más allá, justo en el hueco
que deja el dolor,
en el límite preciso entre ruido y silencio
me descubro con mi lápida a cuestas
en franca huida del olvido.