A José Lemos
e Cristina Branco

Nada sabemos de su química,
de cómo se combinan
intimidade con penumbra,
la infancia en las moreras,
la altura con el agua;
de cómo sobreviene, protegido, el espacio,
envolvente el barullo;
de cómo se articula lo sensible.

Tuvo que manar de la anónima corriente,
al pie del acueducto,
pulida en su rectángulo
la fórmula impensable.

Debió de acontecer el privilegio,
tan secreta y voraz,
tan frágil la razón de lo evidente,
que apenas si supimos
lembrar as descobertas,
aos quatro ventos, ficar com o esquivo,
porque nada sabemos de la química
y el gusano de la seda siempre se aparece
del lado de lo incierto.