Ante tus pies espero como alfombra
        para evitarte el frío y la aspereza.
        Puedes usar de mí, limpio del lodo
        y la laceración de quien pisara
        en pos de su provecho, sin cuidado y con prisa.
        Sé que distingues esa suavidad
        de la espesura dúctil que los años,
        con  su leve fatiga,  raras veces conceden,
        nobleza y privilegio de lo antiguo
        bajo tus pies desnudos. Úsala
        pero no la destruyas: soportará tu miedo,
        tu dolor, tu tristeza, tu frágil esperanza,
        pero no el peso de tu lejanía
        si quisieras andar sobre otros sueños.