El gato perpetuo en la mañana absoluta
está gritando que es bestia de la aurora,
¿y quién oye al mínimo animal que encarna,
sino el árbol de oro a cuyo pie repite,
se desgañita?
Está hecho de animales
como una fábula antigua,
pero ni aquellos frisos encanecidos
por el polvo donde duermen los imperios,
ni la fresca novia del amanecer alcanzan
para adelgazar el oído que duerme,
que duerme aunque hace mucho es de día.
Brutal sombra que ves
con indiferencia la sombra de tu sombra
y la de todos hundirse lenta como un barco
en el océano que alardea de ser
la única, posible sombra,
como todo lo terrible tú pareces pedir apenas
una caricia inconsciente de lo frágil,
simulas ser un sirviente y eres el amo que distingue
entre el árbol de oro y la raíz,
por siempre hundida en la tierra,
volumen apenas de la sombra.