LA DAGA VERDADERA es microscópica, no tromba en filos ni sangre en estampida. Lo sabes, Alejandra; anticipas los nudos, me recorres. La luz puede albergarse en la rendija que un párpado extiende ante el objeto de su miedo. Detrás de mis cristales inauguro las venas mortecinas de tu árbol, tus lágrimas de herrumbre, la pizarra en tu fulgor de seconales. Migajas de licores y algún feto descienden por tus piernas, los folios se interrogan sendos crímenes: poemas. Bathory abre sus garras maternales. Un cadáver no venga las injurias —Blake lo sabe— ni el cielo del infierno en matrimonio. Al fin la piedra demencial ha germinado, la palabra deseo relumbra en tus cartílagos. Has llegado: la noche ya gime en tu mirada. ¿Qué harás con el miedo?

a Alejandra Pizarnik, in memoriam