El demonio a mi lado acecha en tentaciones;
Como un aire impalpable lo siento en torno a mí;
Lo respiro, lo siento quemando mis pulmones
De un culpable deseo con que, en vano, porfío.

Toma a veces la forma, sabiendo que amo el arte,
De la más seductora de todas las mujeres;
Con pretextos y antojos que no echo a mala parte
Acostumbra mis labios a nefandos placeres.

Cada vez más, me aleja de la dulce mirada
De Dios, dejando mi alma jadeante, fatigada
En medio de las negras llanuras del hastío.

Y pone ante mis ojos, llenos de confesiones,
Heridas entreabiertas, espantosas visiones...
La destrucción preside este corazón mío.