Hay ángeles caídos allí donde tú miras
Fernando Pessoa

Negro temblor de orquídeas en la noche
Viento
del este
Quieto
relámpago que parte en dos el cielo
que lo anonada
y rasga
Anillo
que aguarda su destino
inmóvil bajo el Támesis
Virgen insomne
Virgen silenciosa
Virgen
que surca las tinieblas
temblorosos los labios
gritando profecías
Rosa
violenta y roja y repentina
Torre
de soledad
Gota
de música
Irrumpes en mi vida
como el toro en la plaza
Vienes
con ramos de narcisos en las manos
racimos en la boca
chorreantes
los cabellos de bálsamo y guirnaldas
Isis
Core
Proserpina o Perséfone
lo mismo
da
si cortas
con igual maestría
el hilo del destino
(Bajo un telón de sangre
las pirámides sueñan con su muerte
se mecen
en el tiempo
los párpados
sellados
las cinturas
ceñidas por la bruma)
Plantada ante el crepúsculo
tu frente se parece
muchísimo a la frente de Belona
la que blande la antorcha y la alta lanza
la diosa de la guerra
Así
sobre la faz del mundo eres el fuego
con que grabar los signos asesinos
de una historia de amor
Y si me miras
—si me miras, Dios santo—
a la sombra de un árbol sestean cien leones.