He mirado la noche y descubierto sus defectos. He mirado tus hazañas, la risa del condenado y la del hombre que nos envidia y el desprecio de la nostalgia.

La tristeza me allana cuando en la noche despierto y presiento que me piensas.

Estamos lejos. Muy lejos. Absolutamente lejos. Nada nos une, nada converge entre nosotros. Pero yo que soy un empírico reflexivo sueño, imagino, creo, sospecho, pienso y deseo que todo nos una aunque para tí, ser inocente a mis tormentos, estamos lejos y ni escuchar juntos el gorgojeo de un pájaro nos une.

He calculado la tarde para pedirte que cierres los ojos y darte la sorpresa. He disparado tres dardos a mis propias ilusiones, en mi lucha coja por obtener el reino que prodiga tu atención. Pero el río de la vida, ese río de garúas frías y músicas extrañas que pasa por hogar me ha dicho que debo esperar,
y voy a esperar.