El mar está marcado con unas bandas grises,
El quieto viento muerto desentona
Y como hoja marchita es llevada
La luna por la bahía tormentosa.

Grabado claramente sobre pálida arena
Está el bote negro: un joven marinero
Sube a bordo en gozo distraído
Con el rostro sonriente y mano reluciente.

Y arriba los zarapitos claman
Y por el pasto oscuro meseteño
Van segadores mozos de cuellos brunos,
Cual si fueran siluetas contra el cielo.