También el hombre que partió a un retorno
Que hizo con pulso firme el equipaje
Y tomó de la mano a su mirada
Para llevarla allá
A que beba de nuevo
Lo que ella y no ve que bebió un día

También ése retorna
Y si volver tiene aún la fuerza
De callar largamente
Ante la noche tácita y traslúcida
Y enseñarse con ella
A pensar en su propio corazón
Como en un horizonte remoto y taciturno
Que rumores distantes y hálitos invaden

Entonces verá acaso
En una prodigiosa ligereza del tiempo
La doble suspensión
De su doble antiquísimo extravío

Y limpiamente ahondarse
Como noche traslúcida
La pertinaz bizqera de su memoria turbia

Y cesar la agonía de aleteos
Que agitó desde siempre su mirada
En su estupor de ser la presa de una urdimbre
Y no el lúcido vuelo que la abarca

Nada habrá de curarlo
De haber caído en un doblez del mundo
Que lo sostuvo envuelto y sin alzarlo
Que sin darle la llave del centro lo acogía

Y si ninguna muerte cura de haber nacido
Ni ninguna pisada repetida
igualará un retorno a otro retorno
Lo que le enseña el intocable tiempo
Es a rendir por fin sus ojos
Como a un destino que hurta siempre su mirada
Al puro abismo de la transparencia
En cuyo seno la visión se trama.